miércoles, 9 de junio de 2010

El avellano europeo agarra vuelo

Empresa de EE.UU. aterriza en Chile

Hazelnut Grower of Oregon, cooperativa de productores que comercializa el 1% de la producción global, llega al país.
Lo usual, al menos hasta ahora en Chile, es que ante cualquier nuevo cultivo prometedor muchos agricultores se lancen de cabeza sin tener claro dónde venderán la cosecha.
Así, llegado el momento de la comercialización, comienzan las carreras para encontrar un comprador que pague lo esperado.
Sin embargo, con el hazelnut o avellana europea las cosas parecen haber comenzado exactamente al revés.

Hace menos de un año, Ferrero, el gigante chocolatero mundial, anunció que haría contratos de largo plazo con productores chilenos. Y ahora, a principios de diciembre aparecieron en Chile ejecutivos de la Hazelnut Grower of Oregon, una asociación de productores de avellana del estado de Oregón en Estados Unidos que comercializa cerca del 1% de la producción mundial y mueve cerca de US$ 25 millones anuales.
Vinieron a conocer las condiciones del país para producir el hazelnut. Recorrieron predios, visitaron a algunos agricultores, estudiaron las pocas plantaciones existentes y conversaron con los investigadores locales.
El clima frío de la precordillera, un suelo libre de contaminantes, el conocimiento de la especie y la ausencia de ciertos hongos les pareció idóneo. Tanto que decidieron instalarse con representantes en el país y abrirse para que productores locales se conviertan en sus socios y puedan comercializar así sus productos a precios de mercado.
"Analizaron varios países y se dieron cuenta de que Chile es el que presenta mayores condiciones y credibilidad, que existe una cultura de exportación", dice Jaime Perry, socio chileno de la HGO y representante del organismo en el país.
Así, aunque Ferrero ya había creado expectativas, la llegada de la organización americana da mayor seguridad a los productores y comienza a consolidar la posibilidad de que el hazelnut se convierta en una alternativa atractiva para agricultores de diversos tamaños desde la VI a la X Región.
Además, abre las puertas de Estados Unidos a los productores nacionales. Porque la HGO vende cerca del 3% de su producción dentro del país del norte. Y como esta nación está con un problema de producción interna, por el hongo Eastern Filbert Blight, que ataca a los árboles y disminuye la producción, las posibilidades de que la demanda aumente son importantes.
Un partner
Pero la HGO no viene a Chile sólo a comprar avellanas, sino que funciona más bien como una exportadora.
"Funcionamos en base a socios. Eso significa que los productores al asociarse entregan su producto a la organización, ésta lo vende y les entrega su plata. Pero como tiene clientes alrededor de todo el mundo y posee una amplia experiencia, generalmente alcanza los mejores precios de mercado", dice Perry.
Cualquiera que desee ser socio, lo puede hacer previo pago de US$ 10.
"Es una cifra simbólica pues la HGO tiene todas sus operaciones funcionando. Lo que se busca es aumentar la oferta e incorporar nuevos productores".
Se presentan, al menos por ahora, sin muchas limitantes en cuánto a variedades. Tampoco imponen restricciones respecto de superficies mínimas a sus posibles socios chilenos.
"Las condiciones las impone el mercado. El máximo requerimiento para comercializar a través nuestro es la calidad del producto. Hasta ahora no se ha fijado un número mínimo de hectáreas de producción", explica Perry.
Los socios entregan su producción, ésta se comercializa y el agricultor recibe su dinero.
"El know how y la cantidad de clientes de la HGO les permite conseguir los mejores precios de mercado, lo que luego se le traspasa al productor. Este recibe de acuerdo al tipo y calidad de producto que tiene. Cómo es una cooperativa, sólo se le descuentan 6 centavos de dólar por kilo que se convierten en su patrimonio y luego de un determinado número de años se le devuelve", cuenta Perry.

Las proyecciones de los expertos son que con el ingreso de este nuevo poder comercializador, de aquí a 15 años el país alcance del orden de las 20 mil hectáreas plantadas. Actualmente existen algo más de dos mil.

"En un mediano o largo plazo Chile podría plantar sobre 20 mil hectáreas, lo que generaría una producción superior a las 60 mil toneladas y un valor económico cercano a los US$ 100 millones anuales, derivados tanto de la producción como de los servicios anexos a la gestión productiva", sostiene Pablo Grau, investigador de Inia Quilamapu experto en avellana europea.

De concretarse, Chile pasaría a ser un competidor global.

"Es una superficie que si bien puede parecer no tan grande, dejaría a Chile entre los cuatro mayores productores del mundo", indica Eugenia Muchnik, especialista de Fundación Chile que trabaja en proyectos de avellana europea.

Actualmente el productor número uno es Turquía, con cerca del 80% mundial. Le siguen Italia, Estados Unidos y España.

NUEVA OPORTUNIDAD

Contar con dos potenciales compradores cambia las condiciones comerciales para el cultivo en el país. A su llegada al país Ferrero, junto con plantar tierras propias, comenzó a buscar productores locales. Su oferta era atractiva: la posibilidad de un contrato a 15 años plazo a un precio fijo, por superficies del orden de las 50 hectáreas.

Sin embargo, los agricultores, temerosos ante un cultivo que si bien contaba con largos estudios del INIA no era conocido, optaron por no comprometer grandes superficies. Y tampoco habrían querido firmar contratos, a pesar de que ello podría haberles significado la posibilidad de optar a financiamiento bancario, pues estimaban que los precios de la avellana podían subir por sobre el que estaba ofreciendo la empresa italiana.

Así las cosas, no faltó quien encontró compradores más allá de los italianos. En 2004 se exportaron US$ 57.879 de avellanas sin cáscara, a Argentina, Brasil, Venezuela y Paraguay y US$ 325.654 con cáscara a Italia (Ferrero).

Sin embargo, la superficie plantada no ha crecido como era de esperar en una especie que, de acuerdo a los estudios de diversos organismos, tiene una excelente proyección en el país. No sólo reúne las características productivas necesarias, sino que además sería el único productor del hemisferio sur, es decir, el único que podría entregar producto fresco en contraestación.

Los estudios de mercado muestran que el cultivo además podría convertirse en una posibilidad de reconversión de cultivos tradicionales, como el trigo, en regiones donde no es fácil encontrar posibilidades.

"En contraestación no hay producción mundial. El consumo está creciendo en el mundo, porque va con la dieta mediterránea, está dentro de las grandes tendencias mundiales de consumo", dice Eugenia Muchnick.

Baja inversión

Se trata de un cultivo rústico de clima más bien frío, que no requiere de una inversión cercana a los $700 mil/há. La instalación del riego agregaría una suma similar a cada hectárea instalada. Su rendmiento es cercano a 5 kg. por árbol. A los precios actuales que fluctúan entre US$5 y US$7, una há. deja US$1.000.

"Es una posibilidad muy interesante incluso para pequeños agricultores, pues con cinco hectáreas el cultivo deja utilidades interesantes", dice Jaime Perry.

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